
Lo más llamativo de este animal es el desarrollo extraordinario de sus patas posteriores y de sus dedos, que le permiten correr sobre dos patas, sin utilizar los miembros delanteros, a una notable velocidad.
Es tal la velocidad del movimiento de sus patas, que el basilisco puede desplazarse corriendo por la superficie del agua, ayudado por unos lóbulos dérmicos que funcionan como aletas, y que se despliegan para esta función, permaneciendo recogidos cuando el animal se mueve fuera del agua. También sabe nadar y caminar por el fondo de las aguas, y puede quedar sumergido durante varias horas.
Estos basiliscos se alimentan de todo tipo de invertebrados y de pequeños vertebrados que atrapan con una rápida carrera.
Tienen el cuerpo comprimido lateralmente y pueden alcanzar los 90 centímetros de longitud, contando la larga cola. Los machos adultos desarrollan grandes crestas que probablemente sirvan para intimidar a otros machos y para impresionar a las hembras.
La puesta tiene lugar en lugares húmedos cercanos a las riberas. Los pequeños basiliscos, sin crestas, nacerán antes de que transcurra un mes.
Se trata de lagartos similares a las iguanas, pero de aspecto más ágil y esbelto, y en general, de proporciones más reducidas. Se diferencian además por tener una o dos crestas normalmente una sobre la cabeza u otra, de mayor tamaño, sobre el dorso (podiendo llegar hasta una cuarta parte de su cola). Su alimentación también es más ecléctica, consumiendo gran variedad de alimentos.
Los basiliscos tienen la notable
habilidad de ser capaces de caminar sobre la superficie del agua. Sus
patas posteriores están provistas de unos lóbulos dérmicos que funcionan
como aletas, los cuales aumentan la superficie de apoyo sobre el agua.
Estos son enrollados cuando el animal camina por tierra. Si el animal
afronta el peligro, comienza a correr muy rápidamente sobre la
superficie de un río o un lago, entonces las aletas de sus pies traseros
se abren permitiendo aumentar su superficie de apoyo y así correr sobre
el agua. Sin embargo, al decrecer su velocidad, el basilisco se hunde y
tiene que nadar del modo normal de cualquier otro lagarto.

Esta habilidad le ha dado en algunas regiones el sobrenombre de "lagarto Jesucristo" o "lagarto de Jesucristo", recordando el pasaje bíblico de Mateo Mateo 14:22-34. Sobre el agua, el basilisco puede correr a una velocidad de 1,5 metros por segundo por aproximadamente 4,5 metros antes de hundirse, tras lo cual comienza a nadar.
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